La historia de la exploración española de América Septentrional nace de una necesidad: una ruta alternativa para la flota de Indias.

Nos situamos en la década de 1550. La Flota de Indias lleva más de 30 años de funcionamiento, y ha tenido que hacer frente a grandes retos. La riqueza de América se volcaba en España gracias a este convoy armado, y cuando no llegaba, eran tiempos duros para la monarquía hispana. Las tormentas, huracanes, aguas traicioneras del canal de Florida y la piratería eran un riesgo constante.

Felipe II, con la información disponible gracias a los navegantes y a exploraciones anteriores, decide acortar la ruta de la flota. El plan era disponer de una base naval en la zona de curva de la corriente del Golfo, en la mitad aproximada del actual litoral de USA. Y disponer de una ruta por tierra hasta ese lugar desde la Nueva España. La empresa es titánica, pero volcará dinero del presupuesto real en esa aventura. Hay que colonizar la gran Florida.

La Florida para los españoles del siglo XVI era una zona que abarcaba todo el sureste norteamericano. No solo el actual estado de Florida. También Alabama, Georgia y las dos Carolinas. Varias exploraciones del litoral atlántico habían concluido que la mejor ubicación para ese puerto debía ser en la punta de Santa Elena.

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Para ello Felipe II encomendará al Virrey de la Nueva España Luis de Velasco que organice la conquista y asentamiento del territorio. España disponía de información muy valiosa del interior del territorio, la expedición de Hernando de Soto (1539-1543).

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Con esa información reservada España tenía una ventaja inicial inmensa sobre cualquier otra nación europea, Francia especialmente.

Las premisas de la expedición eran claras: fomentar alianzas con los indios, establecer un asentamiento en el golfo de México, y de ahí avanzar por el interior, siguiendo la información de Soto, hasta la punta de Santa Elena y fundar un asentamiento atlántico. Una vez completada la primera fase, debía de establecerse un camino real desde las minas de plata de Zacatecas (México) hasta Santa Elena. Así se las gastaba el Imperio. Un camino de 3000 km, aunque ciertamente lo habían calculado bastante a la baja. Pensaban que unos 1200km

Imaginaos el cartel de «Aquí invierte Felipe II. Plazo de ejecución: LOL» xD

Se llegó a hacer, ¿eh? Pero hasta San Agustín, y a finales del siglo XVIII.

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El hecho es que Don Luis, un gran hombre de gobierno para la Nueva España, lo prepara todo a conciencia. Enviará a Guido de Lavazares desde Veracruz a hacer una exploración detenida del litoral en septiembre de 1558. Regresará habiendo levantado cartas de las bahías de Mobile y Pensacola, que las llamarían Filipina y Ochuse.

Mientras tanto en la Nueva España se está levantando un contingente en forma: 13 navíos, 1000 colonos, 500 soldados y 12 capitanes. Al frente de este formidable contingente, Don Luis pondrá al conquistador experimentado Tristán de Luna y Arellano.

Con ustedes, Don Tristán, que tiene su rincón en Pensacola.

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Con su placa también, que me la ha adelantado @MurgaUSA esta mañana 🙂

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Como bien indica la placa, se levantará el primer asentamiento con vocación de permanencia en Florida, seis años antes de San Agustín. Fundará en agosto de 1559 Santa María de Filipino, y empezará a hacer planes para adentrarse en el territorio con tres columnas de avance. Todo prometía mucho. Los indios del lugar parecían bien dispuestos a tratar con los españoles, y la construcción del asentamiento avanzaba. Tanto es así que Don Tristán envió a Veracruz un navío para llevar noticias, y otros dos a España. La cuestión es que los elementos iban a estar muy en consonancia con los tiempos presentes.

El 19 de septiembre de 1559 pasó un huracán anónimo por toda la Florida. 24 horas duró. No podía ser más desoladora la jornada siguiente: siete navíos hundidos con casi todas las provisiones acumuladas para un año. El asentamiento barrido hasta los cimientos. Varios colonos muertos. Y una consecuencia a mediano plazo que se demostraría fatal: ser gravosos a los indios por falta de alimentos.

Don Tristán, siguiendo la información de la ruta de Hernando de Soto, se volcó en avanzar al interior. Se necesitaban alimentos, y había pueblos en aquella crónica que se decían verdaderos graneros en el nuevo mundo. Había que contactar.

Tras dejar una guarnición en Santa Maria de 50 hombres, con embarcaciones ligeras remontaron el río Alabama, hasta llegar a Nanicapana. Los indios los recibieron bien, pero pronto se agotaron los recursos de los indios, que poco a poco abandonan a su suerte a los españoles. Don Tristán, empeñado en llevar adelante la misión, funda en Nanicapana la ciudad de Santa Cruz.

La comunicación con Veracruz era relativamente fluida, y pronto reciben ayuda de Don Luis de Velasco. Pero también reciben órdenes directas de España: hay que fundar un asentamiento en Santa Elena cuanto antes. Los franceses podrían estar en ello. Esta interferencia de Felipe II, en plan «lo quiero para ayer», es lo que realmente arruinó la empresa.

Don Luis de Velasco tenía claro que había que consolidar el territorio, pero no así Don Tristán, que en lugar de aprovechar la primavera de 1560 para reforzar los asentamientos de Santa María y Santa Cruz, y hacer acopio de víveres, se lanzó aún más al interior. Aquí empieza una aventura bastante loca por llegar a la punta de Santa Elena. Mandará 200 soldados al mando de un capitán hacia Coosa. Según la relación de Hernando de Soto, era un auténtico emporio. Tras un viaje de más de 50 días, con hambres de hasta comerse los cueros, llegan. Y lo que se encuentran es lo que a nosotros nos pasa con esa guía Campsa de 1998 en el coche. Todo ha cambiado.

Coosa es solo una aldea modesta, en un rincón al sur de los Apalaches entre Georgia y Tennessee. Y en guerra con los vecinos. Entonces los coosas hacen un tratado con los españoles para atacar a los napochie de Tennessee. Y se irán animosamente a la guerra. Pensadlo. Españoles luchando en Tennessee en 1560 contra los indios. Verdaderamente loco.

Total, los napochie capitulan, y quedan en enviar tributo a los españoles en forma de grano. Cuando Don Tristán recibe las noticias, piensa que con eso pueden tener reservas para avanzar hacia punta Santa Elena. Pero viene un motín. Los colonos y algunos capitanes quieren regresar a la Nueva España, toda esta aventura les parece errática. Se niegan a avanzar al interior.

Don Tristán deja estar las cosas en tierra de este modo, pero manda uno de sus últimos barcos a rodear Florida y cumplir las órdenes del rey. Como no, una tormenta hunde el barco en el canal de Florida.

Estando así las cosas, Don Luis de Velasco manda a Don Ángel de Villafañe a relevar a Don Tristán. Y Felipe II decidirá encomendar nuevamente a cuenta del Tesoro una expedición, esta vez con Menéndez de Avilés

Ángel de Villafañe desmontará Santa María de Filipino, y se embarcará con 300 colonos y soldados a Santa Elena. Llegará a punta Santa Elena, solo para ser vapuleado nuevamente por un huracán – de nombre incierto – y tener que volver a Cuba. Habrá que esperar cuatro años para que llegue por la fachada atlántica Menéndez de Avilés, para luchar en la playa contra los franceses, que en el entretanto, ya han comenzado a asentarse en el territorio.

Pero eso es ya otra historia que merece ser bien contada 😉

Estás han sido las aventuras y desventuras de Don Tristán en Alabama. Buenas noches, señorías, y gracias por su paciencia.

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